
Felix, 37 años
“Estoy indignado. Llego a la oficina y mi compañero parece que finalmente no ha terminado correctamente su parte del proyecto. Yo he estado días enteros trabajando, y ahora no podemos pasar a la siguiente fase porque falta terminar la primera. Empiezo a escuchar sus explicaciones pero pasados dos minutos no lo soporto más. Mi tono de voz empieza a aumentar y con él la falta de respeto y las malas palabras. He perdido la lucidez y la capacidad de escucha y comprensión por completo. Me siento muy tenso y mi cabeza va a estallar. Paso todo el día nervioso, mi estómago se cierra y el malestar general aumenta. Finalmente no hemos avanzado el proyecto, he perdido los papeles y no he podido concentrarme de nuevo. Necesito irme a casa”.
Carmen, 44 años
“Tengo que levantarme pronto para hacer el desayuno de los niños y poner la lavadora antes de llevarlos al colegio. Iré a trabajar y saldré al mediodía para ir a buscar al pequeño. Por la tarde quiero tener tiempo para hacer la compra e ir al gimnasio, pero a las 8.30 debo estar en casa ya que tenemos una reunión de vecinos. Además, se me olvidaba, el mayor tiene partido y no me gusta que vuelva solo a esas horas, tendré que pasar a recogerlo con el coche. Ah, también se me olvidaba, la cena tiene que estar hecha antes de las 10…Quiero abarcar todo lo que me propongo durante el día y empiezo a enfadarme conmigo misma si no lo consigo. Hoy estoy muy cansada después de una dura jornada laboral y me faltan fuerzas para ir a hacer deporte, pero me pondo aún más nerviosa si no lo hago. Quería llegar a tiempo para comprar pescado fresco y a estas horas de la tarde ya no queda nada de provecho. Me pongo rabiosa, he dejado a medias lo que estaba haciendo para llegar a tiempo. Llego a casa estresada y lo pago con mi marido y los niños. Estoy que echo chispas, salto a la primera de cambio. Me enfado porque ellos no me ayudan en nada, pero realmente la que no deja que me ayuden soy yo. Hace tiempo que padezco migrañas y dolores de espalda. Estos se agravan cuando no puedo asumir todo aquello que me propongo”.
Cuando nos enfrentamos a alguien y perdemos la calma, cuando alzamos la voz, perdemos la lucidez y dejamos de escuchar y dejamos de razonar, cuando nos marcamos objetivos muy altos y no llegamos a conseguirlos, cuando queremos abarcar más de lo que podemos, etc. En todas estas ocasiones la rabia se vuelve contra nosotros y se convierte en una emoción AUTODESTRUCTIVA.
La rabia es un sentimiento necesario para hacer frente a la vida y si la utilizamos de forma constructiva puede ayudarnos a liberar energías, activarnos y hasta puede ser un incentivo a la hora de buscar soluciones a un problema. La rabia moderada puede ayudarnos a expresar libremente nuestros sentimientos y a reflexionar sobre nuestro comportamiento y el de los demás. Actuar desde la calma favorece solucionar cualquier cuestión y despertar el ingenio necesario para conseguirlo.

La rabia autodestructiva nubla nuestra mente, nos incapacita para seguir adelante y toma el control de nuestra vida. El no soportar algunas situaciones puede desencadenar este sentimiento de rabia, y en el momento que nos domina y arrastra, se convierte en rabia autodestructiva.
El resultado de esta rabia puede ser la “autodestrucción física” del individuo al que llamaremos síntoma y concretamente, SOMATIZACIÓN.
De las somatizaciones hemos hablado anteriormente aquí en el Diván. Recordemos de que se tratan:
La somatización es el idioma con el que las personas con problemas emocionales y psicosociales articulan su malestar, a través principalmente de síntomas físicos, para los que no se encuentra una explicación médica suficiente; o si la hay, los signos encontrados no son en ningún modo proporcionales a las quejas del sujeto.
Veamos algunas somatizaciones fruto de una mala canalización de la rabia:
- Problemas digestivos tales como gastritis, enlentecimiento de la digestión, problemas de hígado y colesterol alto.
- Migrañas y dolor de cabeza en general
- Dolores musculares, especialmente dolores cervicales. La rabia mal canalizada puede

- Problemas cardiovasculares. Las personas con un patrón de conducta agresivo sufren mayor riesgo de sufrir problemas coronarios.
¿ Cómo podemos controlar esta rabia ?
- Expresando aquello que sentimos en situaciones límite a nuestros seres queridos. Muchas veces, las personas más cercanas son las que pagan con creces nuestros excesos. Es importante que expliquemos qué nos hace salir de nuestras casillas y cómo nos sentimos al respecto
- Pidiendo perdón cuando sintamos que nos hemos excedido. Esto puede ayudarnos a recobrar la tranquilidad y paz interior.
- Haciendo uso de la Inteligencia emocional. Tener inteligencia emocional significa poseer autocontrol emocional, empatía y habilidades sociales. De todo ello ya hablamos en nuestro anterior post “Inteligencia emocional, la clave del éxito”.
Puedes visitarlo en : http://eldivandigital.blogspot.com/2006_11_01_archive.html
Así pues, no es cuestión de eliminar la rabia sino más bien de aprender a canalizarla. Utiliza este sentimiento como potencial para mejorar tus actividades diarias y conseguir tus objetivos. "Rabía" sanamente y se tú el que controle tu vida.

Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.
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Etiquetas: Inteligencia emocional, Sentimientos