A ver…mmm…Por fin llega la última prueba, tranquilo Antonio, ya tienes este puesto en el bolsillo…veamos…” Realice una redacción de 10 líneas sobre sus aspiraciones y objetivos laborales”
Fácil, lo importante es demostrar mis ganas por trabajar y poner cuatro florituras más a cerca de lo que quiero conseguir supuestamente en esta empresa.
Aparentemente, el objetivo de la redacción es conocer los objetivos de Antonio en la empresa, pero, ¿eso es todo? Cada vez más, el estudio de la escritura forma parte de procesos de selección para todo tipo de trabajos. Conocer la forma de organización del individuo, su actitud y su facilidad por colaborar, valorar si se trata de una persona optimista, segura, positiva, extrovertida, o por el contrario pesimista, con dificultades para relacionarse con los demás, con miedo a mostrarse tal y como es, etc.
Parece ser que la grafología es capaz de todo esto y mucho más, y no sólo en los procesos de selección de personal, también en psicoterapia, en ámbitos escolares, en accesos a estudios superiores, etc.
Así pues, ¿Cómo podemos definir la grafología?
La Grafología es el estudio del carácter de una persona a través de la mímica de su escritura. De ello puede deducirse que la importancia del mensaje no radica en el contenido semántico del texto, sino en las características físicas de la escritura. El estilo de la redacción, la corrección ortográfica y el asunto que se expone son, en principio, irrelevantes; lo que debe llamar nuestra atención es EL MOVIMIENTO DE LOS TRAZOS DE LA ESCRITURA.
De la misma forma que el aspecto de una persona, su manera de moverse y actuar permite hacerse una idea bastante acertada de su manera de ser, la grafología afirma que puede conseguirse el mismo resultado gracias al análisis de la caligrafía mediante diversas técnicas interpretativas que ha desarrollado esta “ciencia”.
Líneas suaves que acarician o agresivas que pinchan, filigranas, trazos sinuosos, seductores y presumidos, bucles y lazos: cada rasgo es una muestra de nuestro carácter. Una persona activa, inquieta e intensa, llena de negro todo el papel con vivacidad e ímpetu, dominando la escritura sobre el blanco de la hoja. Si por el contrario fuese de talante pausado y apacible, se entretendrá con trazos perezosos y prolongados, dejando muchos espacios en blanco.
Las palabras de una persona pueden engañarnos, pero no sus gestos (sean escritos o corporales). La incongruencia entre lo verbal y lo no verbal es la que nos dará la clave. Una persona puede decir que tiene muy buen carácter y su tono de voz y sus gestos ser bruscos o agresivos. Si lo hiciese por escrito, su escritura estaría llena de ángulos y pincharía, y con ello podríamos deducir que lo que dice no es verdad.
La grafología estudia el conjunto de la personalidad del que escribe, su intelecto, su evolución personal, su energía y su emotividad, y además informa de la manera en que se relaciona con los demás, de cómo trabaja, qué es lo que le motiva y cómo se siente.
El escribir es un gesto inconsciente: el cerebro, el sistema motor, las emociones y la energía personal actúan en sincronía con el brazo y la mano del escritor cuando este traza palabras en un papel. Y es que la escritura es un retrato de la personalidad del sujeto; en ella se aprecia su nivel cultural, sus mecanismos de defensa, el momento emocional que está viviendo, su grado de madurez, su actitud frente al mundo que le rodea y sus vivencias interiores…¿Podríamos decir entonces que la escritura es EL ESPEJO DEL ALMA? Si es así, ¿Es posible esconder aquello que no deseamos mostrar, o por el contrario, el inconsciente puede traicionar poniendo todas las cartas sobre la mesa?
Antonio, temía no obtener ese trabajo, y por ello, propuso objetivos que ni tan sólo él creía que podría conseguir. La inseguridad y el miedo al fracaso se hicieron notorios en su redacción, y lo que es peor, la mentira y falsedad de su discurso.
Antonio dudaba de su capacidad de organización y resolución de conflictos. Antonio creía que los demás no le verían como una persona válida, con carácter y capacidad para tomar decisiones acertadas…Antonio estaba convencido que los demás no podrían confiar en su trabajo, pero estaba muy equivocado: LOS DEMÁS SI PODÍAN CONFIAR EN ÉL, QUIEN NO PODÍA HACERLO ERA EL PROPIO ANTONIO.
Con todo esto, no intentamos mostrar técnicas concretas para desvelar lo que nuestro inconsciente, grafológicamente, es capaz de decir, tan solo queremos transmitir un mensaje: NO TENEMOS QUE TEMER A NADA SI SABEMOS QUE AQUELLO QUE MOSTRAMOS, ES, EN REALIDAD, AQUELLO EN LO QUE CREEMOS Y CONFIAMOS.

Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.
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