
Nieves
Habla de intentar buscar una solución para la “crisis” por la que ella y Ricardo están pasando. Hace noches que no descansa bien, se levanta cansada, trabaja muy duro y cada tarde cuando llega a casa, está agotada. Es entonces cuando le quedan pocas ganar para hablar pero, aún así, intenta sacar el tema de vez en cuando sobre los aspectos a mejorar en la relación; en estas situaciones, Ricardo casi siempre responde con un: “ creo que estos problemas son fruto del mal momento que estamos pasando, de la tensión a la que estás sometida en tu trabajo, pero cuando pasen estas semanas más duras, seguro que lo ves todo con otros ojos”. Nieves se enfurece cuando escucha la misma “excusa” de siempre, la misma salida para no dar importancia a otros aspectos que ella considera problemáticos. Le reprocha a Ricardo la actitud tan tranquila que adopta cuando discuten.
Ricardo
Intenta hacer buena cara y aguantar el mal humor de Nieves. Él también está un poco más decaído debido a la frialdad vivida durante el último mes, y decide regalar a Nieves un perrito acompañado de un fabuloso lote de complementos para cuidar de él. Ricardo cree que cuidar del perrito conjuntamente y desviar la tensión hacia otra parte, puede ayudar a pasar estos momentos difíciles. Nieves reacciona indignada ante tal “chiquillada”. Le responde a Ricardo con un “Si crees que nuestra relación se salvará con un chucho, es que no entiendes nada de lo que está pasando. Ya es hora de que empieces a madurar”. Ricardo no entiende a Nieves. Él estaba intentando apaciguar la tensión vivida durante las últimas semanas y como resultado, ha obtenido un efecto totalmente contrario. Cree que Nieves ya no tiene ilusión por la relación, y no hace ningún esfuerzo para salvarla.
Entre Nieves y Ricardo hay un claro choque de “modus operandi”, pero, ¿también hay una clara falta de comunicación? Los dos quieren que esta relación tire hacia delante y, de hecho, se solucione la crisis por la que están pasando, pero… ¿Pueden entenderse sin “hablar el mismo idioma”? Uno intenta recurrir al repaso exhaustivo de aquello que no va bien y el otro procura no centrar excesiva importancia en aspectos que sólo llevan a discusión y más discusión; ¿Cómo pueden solucionar Nieves y Ricardo sus diferencias si, a la hora de hacer frente a ellas, optan por caminos tan distintos?
Este es uno de los principales desencadenantes de discusión: no se trata de opinar distinto, los dos saben que algo no va bien, pero cada uno de ellos insiste en pronunciar un lado distinto de la balanza, sin lograr conseguir un equilibrio. El miedo a la realidad, al hacer frente a problemas que vienen muy grandes, puede ser una de las partes de la balanza; por otro lado, la fijación extrema en los detalles que incomodan cada día más y más, y el malestar personal que a su vez retroalimenta el malestar general, se convierten en el lado opuesto.
HABLAR EL MISMO IDIOMA
Hablar el mismo idioma no significa cambiar nuestro “lenguaje

Todos podemos hacer un esfuerzo para adaptar nuestro propio lenguaje en una situación de crisis, eso no significa que tengamos que falsificarlo y disfrazarlo para gustar al otro o pasar el atasco. Ser nosotros mismos es el primer paso, saber escuchar y adaptarnos a la comunicación es principalmente el resto. Para hablar el mismo idioma también es necesario tener en cuenta las necesidades del otro. Las necesidades se hacen notorias en el propio lenguaje, podemos detectarlas si observamos y escuchamos con atención qué nos quieren decir las actuaciones de aquella persona.
Como ya hemos comentado en el Diván, la comunicación es esencial en toda relación. En la comunicación es necesario que cada una de las partes exprese y ponga de manifiesto sus objetivos y necesidades, y como recalcamos en este post, adapte sus propias motivaciones y metas también al “idioma” del otro.

Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.
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