HOY NO ME PUEDO LEVANTAR
Suena el despertador, son las 7.05 am, una ducha fría, las tostadas acompañan el café, el 58 me lleva hasta el trabajo, las horas se hacen interminables, llega el mediodía, las horas se hacen aún más interminables, por fin en casa, los deberes de los niños, hago la cena, y…buenas noches, de nuevo me acuesto y espero a que empiece un nuevo día.
Suena el despertador, son las 7.05 am, una ducha fría, las tostadas acompañan el café, el 58 me lleva hasta el trabajo, las horas se hacen interminables, llega el mediodía, las horas se hacen interminables aún más, por fin en casa, los deberes de los niños, hago la cena, y…buenas noches, de nuevo me acuesto y espero a que empiece un nuevo día.
Suena el despertador, son las 7.05 am, una ducha fría, las tostadas acompañan el café, el 58 me lleva hasta el trabajo, las horas se hacen interminables, llega el mediodía, las horas se hacen interminables aún más, por fin en casa, los deberes de los niños, hago la cena, y…buenas noches, de nuevo me acuesto y espero a que empiece un nuevo día.
La rutina diaria puede ayudarnos a llevar una vida práctica y sencilla, sin demasiadas complicaciones…Pero también puede convertirnos en robots privados de motivaciones, ilusiones y aspiraciones.
La motivación de una persona indica las causas que la mueven a realizar determinadas acciones y persistir en ellas para su culminación; podríamos definirla como la voluntad necesaria para hacer un esfuerzo y alcanzar una meta, con el objetivo de satisfacer alguna necesidad personal.
Las motivaciones nos hacen sentir vivos, alimentan nuestro afán de superación e inconscientemente, nos despiertan y ayudan a empezar de nuevo cada día.
Encontrar motivaciones en aquello que hacemos significa satisfacer nuestras ansias por crecer personalmente.
La rutina puede apagar estas ganas de evolucionar y buscar la verdadera esencia de la vida. Ningún día es igual que otro y siempre podemos disfrutar, aprender y, en definitiva, madurar, a partir de las experiencias vividas en cada uno de ellos.
Dejar de reflexionar sobre qué hacemos y porqué actuamos de un modo u otro, nos aproxima a un círculo de repeticiones sinfín, en el que adoptamos una postura “automática” y ponemos la razón en un segundo plano.
Vivir en una rutina sin dejarnos arrastrar por ella no es fácil. Muchas veces es la posición más cómoda. Tener ilusión significa luchar por aquello que queremos y no siempre encontramos la fuerza suficiente para hacerlo. En el momento en que esta energía se desvanece, todas las mañanas se vuelven de color gris, ninguna de ellas despierta el atractivo suficiente para tirar hacia delante y es entonces cuando decimos: “HOY NO ME PUEDO LEVANTAR”.
Puede que este hecho ocurra en contra de nuestra voluntad y de repente nos encontremos encerrados en un callejón sin salida. Buscar soluciones a veces resulta complicado, pero sea cual sea el callejón donde estemos, podemos buscar los instrumentos necesarios para salir de él.
¿Qué actitud colabora en hacernos sentir motivados?
- Dejar de ser pasivos y esperar que las cosas nos vengan dadas. Buscamos soluciones, no las soluciones nos buscan a nosotros.
- Implicarnos en aquello que hacemos
- Buscar un sentido en nuestras acciones ( trabajo, obligaciones, tareas familiares, etc.)
- Querer crecer y evolucionar
- Ser participativos (por ejemplo a la hora de tomar decisiones en el trabajo).
- Saber escuchar a los demás. No estamos solos, nos movemos dentro de un contexto (familiar, laboral, social). Tener en cuenta este contexto nos ayuda a conocer las necesidades del otro y con ello aprendemos a interaccionar con él. Nuestras motivaciones muchas veces irán ligadas a las motivaciones de las personas importantes que nos rodean.
- Celebrar nuestros logros.
El psicólogo Abraham Maslow, desarrollo dentro de su Teoría de la Motivación, una jerarquía de las necesidades que los hombres buscan satisfacer. Estás necesidades se representan en forma de La Pirámide de Maslow :
La autorrealización responde al objetivo antes descrito de satisfacer nuestras necesidades personales. Es imposible que el ser humano pueda alcanzar un estado de autorrealización “completo”. De hecho, si así fuera, llegaría un momento en que NADA nos despertaría las ansias por cumplir nuestras aspiraciones.
Para acercarnos al estado de autorrealización, debemos, en primer lugar, conocernos muy bien a nosotros mismos y saber cuales son nuestros objetivos ( los objetivos pueden ser tan sencillos como terminar con éxito un proyecto de trabajo, pasar un buen rato con los amigos, comer toda la familia junta los domingos, ayudar a los hijos con sus tareas, ver una película relajadamente por la noche con nuestra pareja, etc. ).
Los objetivos conseguidos nos complacerán personalmente, en consecuencia también aumentarán nuestra autoestima y finalmente mantendrán activa la búsqueda de otros objetivos que respondan a nuestras necesidades.
Así pues, Si nada nos motivara, ¿podríamos levantarnos?
El diván te anima a ser valiente en esta búsqueda continua de metas.
Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.
Plaza Gala Placidia Nº 10-12, 5º 2ª 08006 - Barcelona Contacto: 617834474
Etiquetas: Autoestima, Recursos personales