EducaDiván

Con la colaboración especial de Carmen Fructuoso
Hablamos y hablamos de “Bulling”, un término algo “novedoso” que significa lo mismo que “Acoso”, pero,
¿Es realmente nuevo este suceso? ¿Se da solamente en las escuelas?
No, se da en todos los ámbitos donde se producen relaciones entre personas, eso sí, es en la escuela donde se encuentra el sector de personas más débil e influenciable, y por ello, el que necesita más protección. El grado de acoso puede ser mayor si el acosador ha formado alrededor de él un grupo que lo obedece.
¿Y cómo consigue el acosador sus objetivos?
Actuando de la forma más oculta y sibilina posible e intentando descubrir los puntos débiles: miedo, inseguridad, terror, mentiras, secretos, etc., para así poder incidir sobre ellos.
¿Qué hay que hacer si tenemos un hijo/a, alumno/a acosado?
Primero detectarlo, este es el paso más difícil. Para ello, la familia y la escuela deben estar ahí, mantener con el niño una buena comunicación, ofreciendo la posibilidad de tratar todo tipo de temas, e intentando respetar sus ideas (esto no quiere decir estar siempre de acuerdo).
Estar “cerca” de él para conocer los cambios que se produzcan: miedo, inseguridad, vergüenza, aislamiento, cambios de humor, de horario, de amigos, de rendimiento, de forma de vestir o de expresión; cambios que únicamente, a partir de una convivencia muy cercana, son perceptibles.
El papel del tutor es vital, primero por la relación que establece con el alumno y segundo, por ser la escuela el lugar donde se observa la relación del muchacho con el grupo (si es firme, si es constante, si es vulnerable, etc.). El factor “grupo” no es posible verlo en el ámbito familiar, y es aquí donde el niño se relaciona con sus compañeros, y establece las primeras relaciones fuera de la protección familiar.
No olvidemos que el acosado sufre un verdadero calvario y que el miedo, el pavor, la vergüenza, y la culpa, en ocasiones, se pasan en silencio y soledad; de ahí la dificultad en la detección.
Una vez detectado se debe actuar con firmeza, rigor y valentía. Para proteger al acosado hay que actuar contra el acosador, y hay que actuar con determinación para recuperar su seguridad y confianza, y como antes anunciábamos, en todo este proceso, la función de la familia y la escuela son vitales.
La escuela debe actuar con rigor ante el acosador mostrándole los límites de la convivencia y haciéndole aceptar las consecuencias según las normas de la escuela; al mismo tiempo, al grupo clase se le comunica la situación y con ello la escuela demuestra que actúa con mano firme y con la mayor equidad posible.
El problema se soluciona la mayoría de las veces. Poner las cosas en su sitio y en sus límites es la mejor medicina, pero a veces falla, puesto que la escuela actúa igualmente con miedo al estar también acosada por la familias y la sociedad que no la dejan actuar como debe actuar. En ocasiones, la llenan de críticas y denuncias olvidando que, la escuela, tiene como función la formación y educación de todos.
La familia debe detectar los cambios que se producen, estando siempre ahí, pero a veces falla, simplemente porque no está donde debe estar, ya sea por ausencia o negligencia, entendiendo también por negligencia la delegación excesiva de sus funciones a los demás, ya sean abuelos, canguros, etc.
Si la escuela y la familia mantienen con los alumnos /hijos una relación fluida y de confianza, los problemas se detectan y solucionan. Ambas deben encontrar las condiciones óptimas para poder hablar, plantear problemas, encontrar soluciones, pedir derechos y aceptar responsabilidades; ambas deben ser la guía para realizar de la mejor manera posible la aventura más maravillosa : convertir a los alumnos /hijos en personas adultas y como siempre digo, lo más equilibradas posible.
Y sobretodo, seamos buenos observadores, porque detrás de cada caso que no se detecta, ya sea por la familia o la escuela o por ambas partes, hay un niño/a, muchacho/a que está pasando un auténtico calvario en soledad y en silencio.
Etiquetas: Educación