viernes, 30 de enero de 2009

MI PAQUETE DE GALLETAS




Una vez más, el Diván os propone un cuento interesante para pensar, en esta ocasión, anónimo.


Una noche estaba una mujer en un aeropuerto esperando varias horas antes de que partiera su próximo vuelo. Mientras esperaba compró un libro y un paquete de galletas para pasar el tiempo.

Buscó un asiento y se sentó a esperar. Estaba muy absorta leyendo su libro, cuando de repente notó que el joven que se había sentado a su lado estiraba la mano, con mucha frescura agarraba despreocupadamente del paquete de galletas que estaba entre ellos y comenzaba a comérselas, una a una. No queriendo hacer una escena ella trató de ignorarlo.

Un poco molesta la señora comía las galletas y miraba el reloj, mientras que el joven ladrón de galletas, sin vergüenza casi también se las estaba acabando.

La señora se empezó a irritar más y pensó para sí misma:

"Si no fuese yo tan buena y educada, ya le hubiera dejado un moretón en el ojo a este atrevido"

Cada vez que ella comía una galleta, él también comía otra. El diálogo de sus miradas continuó y cuando sólo quedaba una, se preguntó que haría él.

Con suavidad y con una sonrisa nerviosa, el joven alargó la mano, tomó la última galleta, la partió en dos y le ofreció una mitad a la señora mientras él comía la otra mitad.

Ella tomó la media galleta bruscamente de su mano y pensó:

¡Qué hombre más insolente! ¡Qué mal educado! ¡Ni siquiera me dio las gracias!

"Nunca antes había conocido a alguien tan fresco..."

Suspiró con ansias cuando su vuelo fue anunciado. Tomó sus maletas y se dirigió a la puerta de embarque rehusándose a mirar en dirección donde estaba sentado aquel ladrón ingrato.

Después de haber abordado el avión y estar sentada confortablemente, buscó otra vez su libro que ya casi había terminado de leer.

Al buscar su libro dentro su bolsa se quedó totalmente sorprendida cuando encontró su paquete de galletas casi intacto.

"Si mis galletas están aquí, las otras eran suyas, y él trató de compartirlas conmigo."

Demasiado tarde para pedirle disculpas al joven, se dio cuenta con mucho pesar, que ella había sido la insolente, la mal educada, la ladrona y no él.



La semana pasada hablábamos de las primeras impresiones y las percepciones.

En esta ocasión, el cuento intenta transmitirnos un mensaje relacionado con la percepción erronea que podemos tener de nuestra realidad o verdad, antes de contrastarla con la realidad de los demás.

En ocasiones juzgamos injustamente a los demás al creer que nosotros poseemos "la verdad" y en realidad, nos estamos equivocando. Nuestros errores proporcionan una percepción de todo aquello que nos rodea también erronea, y por ello, es importante reconocer cuándo nos hemos equivocado. Si no lo hacemos, nuestra percepción continuará siendo erronea, y seguiremos viendo a aquel "ladrón de galletas" como un bastardo.

Así son los prejuicios cuando no conocemos toda la verdad, crueles e injustos; Aún ser así, siempre existe la opción de reconocer que "el paquete de galletas" no era nuestro, e intentar compartir uno de nuevo con aquella persona que tan amablemente había cedido el suyo.




Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.

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