domingo, 2 de marzo de 2008


Los cuentos del Diván

MILAGROSAS




Tenía el aspecto de una vieja farmacia de barrio, el propietario vestía bata blanca y las estanterías estaban repletas de cajas con sus respectivos medicamentos. Aparentemente aquel pequeño establecimiento no tenía nada de especial, pero mi gran sorpresa fue cuando entré en el interior y escuché las conversaciones del señor licenciado con los compradores.


- Bien señora, y exactamente, ¿Cuál es su problema?

- Mire, desde que vinimos a vivir a la ciudad, siento miedo cada vez que me dispongo a coger el 48 de vuelta a casa. Durante todo el trayecto lo paso muy mal, y cuando llego a mi parada, cruzar la calle y andar sola hasta casa cada vez me resulta más difícil. Temo que alguien pueda robarme o lastimarme.

- Entiendo, mmm...y por las noches, ¿Qué tal duerme?

- Últimamente duermo muy mal. No termino de sentirme segura aquí en la ciudad, y con tantas cosas que escuchas por televisión, al final, es imposible conciliar el sueño.

- De acuerdo. Tómese una de estas una vez al día antes de ir a dormir y los sobrecitos que ahora mismo le traeré, tres veces al día. Ya verá como en menos de dos semanas recuperará la seguridad que necesita para sentirse bien en el barrio, tanto de día como de noche.

- Muchísimas gracias. Una amiga me recomendó este establecimiento. Ella tenía un miedo terrible a las palomas y cada vez que pasaba por el centro, evitaba las plazas y los parques para así no encontrarlas. Desde hace un mes, puede pasear con total tranquilidad con sus dos hijos sin problema.

- Me alegro mucho por su amiga, y recuerde, no olvide tomar las dosis que le he apuntado; con ellas el miedo está curado. Tenga usted un buen día.

¿Pastillas para vencer el miedo? ¿Sobrecitos para sentirse segura de vuelta a casa por las noches? Resultaba extraño que aquel señor le recomendara con tanta seguridad aquellas cajas de medicamentos, y que problemas de este tipo tuvieran tan fácil remedio. Permanecí de pié esperando mi turno y mientras, escuche la petición del señor de la camisa azul que tenía delante

- Buenos días Ramón, veo que hoy sales pronto del trabajo. ¿Vienes a buscar las cápsulas para tu mujer?


- Hola Antonio, bien, esta vez no he venido por mi mujer...De hecho, ella ya está mucho mejor.


- A ver, cuéntame


- Mira, desde que tuve aquel accidente en el trabajo, no estoy tranquilo. Me pongo muy ansioso cada vez que tengo que coger de nuevo la furgoneta y subir la cuesta del almacén; la verdad es que ya no maniobro con tanta seguridad, y de hecho, el otro día, empecé a sentir cierta sensación de malestar cuando intentaba trasladar la mercancía hasta el interior. No se Antonio, primero no había hecho mucho caso de este malestar, pero estos últimos días he dormido muy nervioso y me he levantado aún peor. Tengo miedo de cometer algún error y que alguien salga perjudicado por mi culpa.


- Tranquilo Ramón, todo el mundo puede cometer errores, y la mejor forma de prevenirlos es sintiéndose seguro. Tú eres muy bueno en tu trabajo, no lo has dejado de ser de un día para otro.


- Sí, pero el malestar que sentí el otro día...Sentí un fuerte dolor de estómago y un sudor frío que recorría todo mi cuerpo, no podía pensar, mi corazón se aceleraba y el malestar iba en aumento. No se, tengo miedo de encontrarme mal en un momento dado y no poder reaccionar.


- Bien Ramón, necesitas hacer tratamiento unas tres semanas. Tómate las de color rosado cada mañana antes de entrar a trabajar, con mucho agua y un desayuno bien completo. En unos 5 o 6 días ya empezarás a notar sus beneficios, y ya verás como con ellas no tendrás ningún problema para conducir la furgoneta, y mucho menos dolores de estómago o sudores. Mantén siempre bien ventilado el habitáculo y sobretodo, no duermas menos de ocho horas al día.


- Muchas gracias Antonio. Mi mujer está tan contenta con las pastillas que le recomendaste que ahora descansa de maravilla, y por ello pensé que también podrías ayudarme.


- Por supuesto Ramón, ven dentro de 21 días y me cuentas qué tal estás, hasta pronto.

Más asombrado que al principio, me pregunté en qué tipo de farmacia me había metido, y sobretodo, ¿quién era aquel hombre de la bata blanca? Aún tenía un señor por delante de mí, este, sorprendentemente, pidió lo siguiente:

- Buenos días Antonio, vengo a por una pastilla para volar


- Hombre, ¿qué tal estás? ¿Cómo fue tu viaje por Roma?


- Precioso, nos hospedamos en un hotel cerca de la Fontana di Trevi, precioso. A Marisa le encantó, ella tampoco había estado nunca.


- Es que últimamente no paráis eh.


- La verdad es que no. Desde que puedo coger el avión, hemos recorrido toda Europa. Hoy, de todos modos, vengo a buscar una pastilla por motivos de trabajo; mañana tengo que visitar una empresa en Bruselas.


- Bueno, aquí tienes las dos grageas. Recuerda tomarlas antes de embarcar y no esperes a estar dentro del avión para ello.


- Muchas gracias Antonio, te debo la vida...No sabes lo tranquilo que ahora viajo.


- De nada Rubén. Y ya sabes, estamos aquí para lo que necesites.


Ahora era mi turno. No podía para de pensar en todas aquellas personas: la señora que temía ir sola de noche, su amiga que tenía fobia a las palomas, el otro señor que sentía malestar al conducir su furgoneta y finalmente un ejecutivo con maletín que hasta hace poco no podía coger el avión. ¿Qué vendía aquel hombre? ¿ Se trataba de algún tipo de tranquilizante, drogas quizás?

- Buenos días, ¿qué desea?


- Bien, yo sólo quería unas pastillas para el dolor de cabeza.


- Aja, y...¿Cómo es este dolor de cabeza? ¿Cuando aparece?


- Bueno, el dolor es muy intenso y aparece, mmm.... yo diría que de repente.


- ¿El fin de semana también?


- No, normalmente no. Hoy por ejemplo es muy intenso.


- Bien, a ver...cuénteme que ha hecho hoy, desde que se ha levantado hasta ahora


- ¿Quiere que le explique qué he hecho?


- Exacto


- Bueno, pues me he levantado, he tomado un café y he ido a trabajar.


- ¿Cuándo ha aparecido el dolor de cabeza?


- A media mañana


- Hasta ese momento, ¿Qué había hecho?


- Pues había estado reunido con mis superiores


- ¿ Y sobre qué habían hablado?


- Bien es difícil de explicar, digamos que sobre cambios en uno de nuestros proyectos, hace meses que estamos trabajando en ello.


- ¿Y estos cambios son responsabilidad suya?


- Sí, principalmente. Mis superiores lo supervisan pero yo soy el responsable de que estén bien hechos.


- ¿ Y hasta ahora han salido bien?


- Sí, bueno, eso espero. La persona que estaba antes no lo hizo muy bien y ahora está en la calle...Más vale que el trabajo esté bien hecho.


- Caballero, usted no necesita un tratamiento para el dolor de cabeza, necesita uno para realizar bien su trabajo con total seguridad


- Jejejeje, sí claro, y también necesito un aumento de sueldo, pero de momento ello es imposible.


- Bien, aquí tiene las pastillas, con ellas realizará bien su trabajo y no deberá temer a los errores. Puede que aparezcan complicaciones en el proyecto que está realizando, pero con 3 grageas al día tendrá la seguridad y la eficacia necesarias para solucionarlos. En cuanto al dolor de cabeza, no debe preocuparse, desaparecerá por completo

Me fui de aquella “farmacia” algo confundido, pero a su vez con las ideas más claras y más motivado que nunca. Empecé el tratamiento, y por alguna extraña razón, el dolor de cabeza desapareció y mi trabajo resultó ser más productivo que nunca. La verdad es que aquellas pastillas podían ser un medicamento milagroso o simplemente agua y azúcar, pero lo único que se es que, conforme pasaron los meses, quedé convencido de que, en realidad, puedo hacer todo aquello que me proponga.

Etiquetas:

7 Comments:

At 8:07 a. m., Blogger roma said...

Creo que el problema de hoy día radica en que, no escuchamos lo que nos dice la gente, ni nosotros hablamos cuando tenemos problemas.

Antes, la gente dialogaba mucho mas y tenia muchos menos problemas.
Ese "farmacéutico" lo único que hace es empatizar con sus usuarios, y les de medicacion o placebo, les va ha servir para lo mismo.
La experiencia en mi trabajo me a demostrado que, 5 minutos de hablar con una persona que no se siente bien a veces es mejor que cualquier medicina.

 
At 10:40 p. m., Blogger El Divan Digital said...

Cuanta razón tienes Roma...El poder dialogar y en un momento dado "soltar" aquella preocupación o miedo que nos atormenta, muchas veces puede ser la mejor medicina. De todos modos, la clave para afrontar un miedo como los que expone el cuento, es creer en poder vencerlo...El "farmaceútico" facilita unas pastillas que proporcionan la valentía necesaria para "afrontar los miedos", pero ¿qué hace que realmente todas estas personas planten cara a sus miedos y los superen?

 
At 2:32 p. m., Anonymous Anónimo said...

El farmaceútico muy sabio con sus palabras le proporcionó confianza en sí mismo, que es lo que le faltava. Es verdad que unas palabras de apoyo y que te escuchen hacen que sientas que eres una persona útil, una persona importante,lo cual inyecta una dosis de autoestima. Excelente relato, te felicito.

 
At 2:41 p. m., Anonymous Anónimo said...

Las pastillas entonces entiendo que están hechas de un producto que se llama...CONFIANZA?
Pero lo que no dice el farmacéutico es de que ingredientes se consigue la CONFIANZA ni como comprar sus componentes...
Buen relato

 
At 10:05 a. m., Blogger El Divan Digital said...

Hola a todos

Bien, Arias nos pregunta si el ingrediente mágico que contienen las pastillas es confianza y cómo se consigue esta confianza.

Las pastillas dan seguridad a las personas de esta historia, y ¿cómo la consiguen? En un primer momento, creyendo realmente que aquellas pastillas pueden "curar" sus miedos...Una vez afrontan el miedo, aunque sea con las "pastillas", se sienten mejor con ellos mismos, más seguros, recuperan la confianza en aquello que antes podían hacer y ahora hacen de nuevo. ¿Significa eso que a partir de ahora siempre necesitarán la pastilla para afrontar el miedo? Seguramente un día olviden tomarla, y transcurra el día igual que los otros anteriores. Cuando lleguen a casa, se darán cuenta que para ello no han necesitado la pastilla, y entenderán, que son ellos mismos quienes consiguen sus propios retos.

El cuento intenta transmitir un mensaje muy claro, y es que nuestra propia mente es la única que nos impide o permite realizar aquello que nos propongamos.

 
At 2:45 p. m., Anonymous Anónimo said...

Gracias por el mensaje tan claro que has lanzado con tus palabras finales, para que entendamos que todo esta en la mente y esta es la única que nos impide o nos permite realizar cualquier cosa. Propongo des de aquí si te parece bien la idea, que cada uno escriba algo que intentarà hacer durante toda la semana que viene, y los contras que puedan surgirnos los expongamos para que tú como psicóloga nos marques las directrices a seguir. El relato del cuento es muy entrañable

 
At 11:15 a. m., Blogger El Divan Digital said...

@ Sara

Bienvenida al DIván Sara. Muchísimas gracias por intervenir y por esta propuesta que haces. Animo a que todo aquel que quiera exponga aquí su propósito, un propósito que intentará cumplir a lo largo de estos días. Si quereis, aunque en el Diván renovemos post, podemos continuar hablado la semana que viene sobre las dificultades que han aparecido tras este propósito, y qué recursos habeis utilizado para superarlas.

ASÍ PUES, ¿CUÁL ES VUESTRO PROPÓSITO PARA ESTA SEMANA?
Un saludo

 

Publicar un comentario

<< Home