miércoles, 9 de enero de 2008



¡QUÉ ENVIDIA!


Envidiamos el pelo de nuestra compañera de trabajo, nos gustaría tener el mismo salón que la vecina, querríamos conocer al hombre de nuestros sueños igual que nuestra amiga, desearíamos lucir un precioso anillo como el de nuestra jefa y si pudiésemos, alardearíamos de nuestras vacaciones por las islas griegas tal y como hace nuestra peluquera. Sí, queremos lo que no tenemos, y sólo anhelamos poseer aquello envidiado cuando lo conocemos. Hasta ese momento, no existe necesidad alguna por llenar nuestras vidas con el objeto, la persona o el hecho en cuestión, pero saber de su existencia se convierte en un estremecedor sentimiento de vacío que nubla nuestra mente y se apodera de nuestro ser. Puede que se trate de un sentimiento fugaz, o por el contrario, perdure noche y día a la espera de ser correspondido. En ese caso, nosotros pasamos a ser simples súbditos de un entramado mental que, sin saberlo ni quererlo, ha dictaminado el inicio de una eterna guerra.

Pensamientos repetitivos que persiguen un objetivo, planes que intentan conseguir el apreciado motín, palabras que hablan más del otro que de uno mismo...Todos ellos actúan como pequeños soldados que, unidos, se proponen cumplir con una única misión: ganar la batalla. Ésta pasa a ser la principal prioridad de aquel que envidia; no se trata de qué conseguir, lo importante es conseguirlo, y la principal problemática se convierte en: ¿cómo conseguirlo?. Cuando el objeto envidiado puede conseguirse fácilmente con una compra o un trato, el trabajo es fácil; pero por el contrario, si el “preciado motín” no tiene precio, empieza lo que podríamos denominar un desequilibrio entre el yo emocional y el yo racional (quiero pero se que no puedo).
Agitación, nerviosismo, ira, inconformismo, ansias incombustibles,...Un cocktail de sentimientos y emociones que intentan llenar un vacío provocado por la INSATISFACCIÓN del momento.

La envidia puede alcanzar límites insospechados, hasta el punto de convertirse en el único pensamiento que alimenta nuestra vida. Esto puede suceder en situaciones donde el deseo de ocupar un cargo o una posición sea la principal prioridad. Por ejemplo, aspirar a ocupar un puesto de trabajo concreto, a representar una figura determinada en la sociedad, o a parecerse a una persona exitosa y admirada por los demás podrían ser algunos ejemplos. La envidia por ser aquello que es el otro y por llegar a ocupar su rol puede desencadenar un proceso de “pérdida” de identidad, provocando una mayor preocupación por el “me gustaría ser” que por el “quien soy yo” en realidad.
Cuando entramos dentro del terreno amoroso y familiar, la envidia fácilmente puede desencadenar la aparición de los celos. Por ejemplo, de pequeños podemos envidiar a nuestro hermano menor por recibir cariños y cuidados de todos, y posteriormente sentir celos por no poder convertirnos en el centro de atención de todas las miradas. En la edad adulta, se repite el mismo patrón; la única diferencia es que la envidia generada puede ser mucho más intensa y por ello, llegar a convertirse en autodestructiva. El niño tiene aún que aprender a controlar sus sentimientos, comprender qué papel ocupa en la familia y porqué el suyo es igual de importante que el de los demás. Una persona adulta ya posee la capacidad para autocontrolar sus emociones e impulsos, ya tiene aquellos instrumentos que le permiten ser un ser racional y maduro. De todos modos, la envidia llevada al límite puede llegar a inutilizar estos recursos personales y convertir al individuo en, como decíamos al principio, un simple súbdito de su propia ofuscación.

Por todo ello es muy importante partir de una buena base y poseer recursos personales. Para poder comprender la envidia como algo saludable, estimulante e inofensivo, debemos, ante todo, conocer la respuesta a estas cuatro preguntas:

- ¿Quién soy?
- ¿Quién quiero ser?
- ¿Qué me hace realmente feliz?
- ¿Cómo puedo mejorar “quién soy yo ”para llegar a ser “quién quiero ser”?

Piensa en ellas, respóndelas. Todos somos alguien ÚNICO en el mundo, alguien exclusivo e inimitable. Para saber quien somos podemos pensar en nuestras actitudes, en nuestro entorno, en nuestros seres queridos, en nuestras ambiciones, en aquellas cosas que nos hacen sentir bien, etc... Y a partir de aquí podemos pensar qué queremos mejorar de cara al futuro, siempre partiendo de quien somos AHORA.



Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.


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9 Comments:

At 9:02 a. m., Anonymous Anónimo said...

Buenos días
Yo pienso que lo peor es que el envidioso nunca se da cuenta que sufre este mal. Es una de las peores cosas. No conozco a ningún envidioso que lo reconozca. No se porque, está muy mal visto que alguien diga…”SOY ENVIDIOSO”
¿Tiene alguna explicación esto?

 
At 6:33 p. m., Blogger El Divan Digital said...

@ Daniel Arias

Hola Daniel, es un placer verte de nuevo por el Diván.

Sí, tienes toda la razón. Ser envidioso está "mal visto", igual que ser celoso. Podemos aceptar muchas cosas: que somos más débiles, que tenemos miedo, que ignoramos algo, pero dificilmente podremos reconocer que ENVIDIAMOS UN HECHO O UNA PERSONA EN CONCRETO. La explicación es que este hecho DESCUBRE una parte de nosotros MÁS OSCURA Y MENOS ACEPTADA POR LA SOCIEDAD, y el miedo e inseguridad que podemos sentir ante tal hecho se triplica.

Así pues, la explicación es LA INSEGURIDAD Y EL MIEDO A NO SER ACEPTADOS. Y la solución está justamente en poder afirmar este hecho e intentar cambiar aquello que nos impide ser felices.

UN SALUDO DANIEL

 
At 11:34 a. m., Blogger roma said...

Me gustaría intentar responderte a las preguntas que dejaste en el post.
1.- Soy yo.
2.- Quiero poder seguir siendo yo, ya que por un tiempo deje de serlo y no voy a caer en el mismo error dos veces.
3.- Vivir cada día.
4.- Debería aprender a confiar otra vez en las personas, aunque la verdad es que lo veo muy difícil.

No me considero una persona envidiosa, aunque si me molesta mucho la hipócrita de la gente de hoy día.
Soy voluntaria de una ONG y la gente nos trae ropa, juguetes etc. para los "pobres" que esta hecha un asco, y por descontado nosotros mandamos a reciclaje y nos quedamos lo que sí esta en buenas condiciones; ¿Quién es más "pobre" el que da o el que recibe?

Para mí el que da en estas condiciones, ya que solo ve lo material, y jamás vera lo humano.
Llevo mucho en esto como para no saber que muchas de estas personas si tienen problemas con la envidia, con las compras compulsivas, total con tener mas y mejor que el vecino.

 
At 11:17 p. m., Blogger El Divan Digital said...

@ Roma

Muchísimas gracias por compartir con nosotros la respuesta a las preguntas. Bien, creo q todos podemos aprender de tu aportación, sobretodo de la segunda respuesta:

seguir siendo yo. Una vez dejaste de serlo, viste las consecuencias, viviste el esfuerzo que costó recuperar tu yo, ... Bien Roma, estamos orgullosos de que mires hacia delante. En este Díván hemos ido siguiendo tus aportaciones, y queremos decirte que, vemos en ti, una actitud mucho más positiva. Continua así Roma.


un saludo

 
At 4:50 p. m., Blogger Sol said...

Buenos días. Mi nombre es Sol y quisiera comentarles por lo que estoy pasando en este momento, tal vez pueda ser útil para ustedes y puedan darme una respuesta. Tengo una amiga de la infancia y otra amiga nueva desde hace tres años. Tengo 28 años y ellas uno menos. Resulta que desde hace unos cuántos meses me di cuenta de que mi amiga de la infancia me tiene envidia (no sé si buena o mala) pero es envidia al fin. Ella siempre se alegró por mis logros y desde hace un tiempo ya no es lo mismo, me mira con una cara que parece que me va a prender fuego con la mirada, además no deja de repetir que quiere ser como yo y que le gustaría que le pasaran las mismas cosas que a mí. Llora por todo, le saca el cuero a Dios y María santísima, está totalmente negativa y cerrada en sí misma, es orgullosa y pretenciosa, está re depresiva y no deja bajo ningún medio que nadie la ayude ni le de consejos porque salta como leche hervida y no sabe qué hacer de su vida... Yo le expliqué que es normal sentirse un poco perdida en la vida porque en algún momento todos hemos pasado por eso y que tarde o temprano conseguimos ese logro que tanto estábamos esperando, sólo es cuestión de paciencia. Es lógico que nos de bronca por ej.: cuando una persona te cuenta que se compró una Ferrari y tiene una mansión cuando vos vivís en una choza y te sacas ampollas caminando o cuando vos te rompes el que te jedi para poder ser alguien en la vida y te cuesta mucho poder lograr tus metas y de golpe viene otro que sin el más mínimo esfuerzo tiene todo lo que vos queres. En ese momento ella se desahoga y me dice que yo soy la única que la entiende y me da la razón. Yo jamás le tuve envidia a nadie (sólo esa bronca de decir porqué me cuesta tanto todo o porqué no llega lo que espero) pero de ahí a tirarle mala onda a los demás o hacer cosas para que les vaya mal está muy lejos de mí ya que no me interesa perder el tiempo en eso) al contrario, prefiero hacer algo productivo de mi vida. Por eso no entiendo como ella se pasó de la bronca a la envidia siendo que es una persona excelente que no tiene maldad y nunca la tuvo. Yo no sé que hacer porque a pesar de todo la quiero y no me gustaría perder su amistad y quiero ayudarla pero llegó un momento en el que me empecé a alejar de ella porque era una situación insoportable y se me venía a mi casa todos los días, todo lo veía negro, todo estaba mal, ahora la veo una vez a la semana. Ella trata de sacarme información pero ya no le cuento mis cosas, realmente no me esperaba esto de ella y me decepcionó mucho, yo le tenía confianza ciega y ahora ¿Qué confianza le puedo tener? cómo hago para recuperarla. Ella quiere todo lo que yo tengo, marido, auto y casa y estudio universitario, ni hablar de trabajo porque no consigo nada aún pero cuando vamos las dos juntas a dejar C.V me llaman a mí y a ella no. Ella no tiene nada de esto y vive con los padres que la tratan como si tuviera cinco años. Tuve muchas charlas con ella y tuve que ser dura con lo que le dije porque si hay algo que soy es bien sincera y prefiero que duela lo que digo y siempre voy de frente, además es porque la quiero y por eso se lo digo, a mi entender “la única que la puede ayudar es ella misma”, es ella la que tiene que cambiar…tiene 27 años y sigue mirando el chavo del 8 y los dibujitos delante de los padres, parece una nena y no se arregla en lo más mínimo. Ya no puedo hablar de nada porque todo le molesta así no tenga nada que ver conmigo.
Es posible que pueda recuperar a mi amiga?, quiero que vuelva a ser la de antes porque la extraño y a pesar de esa decepción , en el fondo sé que ella es una gran persona que está pasando por un mal momento y no se está dando cuenta de lo que está haciendo a esta amistad de casi 22 años y si se lo digo es posible que no lo admita y que pierda su amistad. ¿Qué hago?
Gracias. Sol

 
At 9:40 a. m., Blogger El Divan Digital said...

@ Sol

Bienvenida a nuestro Diván Sol.

¿ Qué puedes hacer? Pues seguir por el camino que estás tomando, el camino de la paciencia y sobretodo de la comprensió. En tus palabras veo empatía, conoces a tu amiga y comprendes que esté pasando por un mal momento, aunque no sepas muy bien porqué. Sabes que ella también lo está pasando mal, y te gustaría recuperar su bienestar, aunque de momento parece que ella no puede. Desconozco los motivos de su comportamiento, lo que está claro es que el tuyo es ejemplar.

Esperemos que poco a poco tu amiga aprecie todo lo bueno que le da la vida, y sobretodo, escuche tus consejos, como muy bien dices, todos en algún momento nos hemos visto perdidos, pero llega un día en que conseguimos mejorar aquello que deseábamos, tan solo tenemos que saber apreciarlo, quizás no se trata de Mansiones y coches, sinó de algo mucho más valioso.

Un saludo

 
At 4:55 p. m., Blogger Sol said...

Hola, muchas gracias por tu respuesta. Ojalá pueda recuperar pronto a mi amiga.
Besos. Sol

 
At 10:20 p. m., Blogger Sol said...

Hola. Hace unos meses te envié un comentario sobre lo que estaba pasando con mi amiga. Ahora te cuento que tanto querer ayudarla me estaba empezando a deprimir yo y me sentí obligada a alejarme de ella, no nos vimos por tres meses y ella tampoco me llamó más hasta hace poco que fue mi cumple y me llamó para saludarme y entonces le dije que venga a mi casa. Charlamos lo más bien y parecía que era la de antes, ya no tenía esa mirada y estaba contenta, por supuesto no le conté mis cosas con lujo de detalle como antes porque todavía no me confío en que alla cambiado. Unos días después la llamo para ir a tomar mate a su casa y me puso mil excusas para venir ella a la mia, yo se muy bien que es para ver si tengo algo nuevo y realmente esta vez no quiero que venga a mi casa porque tengo algunas cosas que me regalaron y no puedo estar escondiéndolas cada vez que ella venga para que no se sienta mal. Me insistió tanto para venir que le tuve que decir que si. Estoy bastante cansada de esta situación y me duele saber que si las cosas siguen así esta amistad se termina. Ella todavía vive en la niñez y yo ya crecí y cada vez que la vea no puedo seguir volviendo el tiempo atras para hacerle compañía, quiero seguir avanzando y se que para eso muchas veces uno tiene que tomar la decisión de dejar cosas o personas atrás aunque le duela. Yo fui capaz de entender que estaba pasando por un mal momento y traté de ayudarla pero hasta acá llegué, vamos a seguir siendo amigas siempre y cuando ella empiece a cambiar, de lo contrario, voy a tener que tomar la dura decisión de alejarme para siempre porque así no puedo avanzar. ¿Que me aconsejas que haga?, ¿Una persona envidiosa puede cambiar si uno deja de contarle sus cosas?. Gracias, Sol.

 
At 10:51 a. m., Blogger El Divan Digital said...

@ Sol

Sol, te recomiendo que expongas justamente este discurso a tu amiga. Ella quizás no entiende que os encontrais en dos etapas muy distintas de vuestra vida, que tu has madurado en una serie de aspectos, y seguir "su juego" te hace sentir mal. Puedes comentarle qué tipo de relación de amistad esperas de ella, pq motivos es importante para ti este cambio en vuestra relacion, qué esperas actualmente de una amiga; puede que ella al escucharlo, también se sincere y admita que necesita lo mismo aunque no sepa cómo actuar, o simplemente te comprenda.

 

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