jueves, 18 de junio de 2009

Realidad paralela. Una puerta para el cambio.


Hartos de nuestro día a día, desconformes con nuestra situación laboral, cansados de no sentirnos escuchados en casa, fatigados de la rutina y las obligaciones familiares, exhaustos de ser padres, marido, esposa, hijo, hija, hermano, hermana, jefe, peón, vecino, etc. ¿Cuántas veces hemos soñado con cambiar algunos aspectos de nuestra vida? ¿Qué os parecería si, todo aquello que no nos gusta, sufriera una metamorfosis al cruzar una simple puerta y se convirtiera en una vida mejor? ¿Increíble verdad?

En otra versión de nuestra vida como padres, nuestros hijos obedecerían y se portarían bien; como hijos, nuestros padres serían comprensivos y escucharían nuestras peticiones aún tener mucho trabajo; como marido o esposa, nuestra pareja estaría atenta a aquello que nos ocurre, como jefe de una empresa, los problemas se solucionarían diariamente y no nos llevaríamos el trabajo a casa, como peón, se respetarían nuestros derechos y trabajaríamos sin explotación, etc.
Una puerta que de paso a una realidad paralela, mejor a la actual, que cumpla nuestras expectativas y satisfaga nuestras necesidades. Justamente, la nueva película de Henry Selick, los mundos de Coraline, se basa en la existencia de esta puerta mágica, una entrada o mejor dicho, una vía de escape, a un “mundo perfecto”, en el que la protagonista del film, Coraline Jones, encontrará una familia “mejor”.

Coraline es una niña de 11 años llena de vida y curiosidad.. Acaba de trasladarse de Michigan a Oregón, lejos de sus amigos. Sus padres están desbordados por el traslado y un nuevo proyecto de trabajo, pasan horas y horas delante del ordenador, e ignoran por completo sus peticiones. Coraline se aburre e intenta llamar la atención, pero parece complicado que estos respondan a sus necesidades; la cena diaria es poco más que un bocadillo frío y tanto la amabilidad como las muestras de cariño, podríamos decir que son escasas. Después de estas experiencias y no encontrar nada realmente interesante entre el vecindario, Coraline empieza a dudar seriamente de si su nuevo hogar le ofrecerá alguna diversión... Pero se equivoca. Descubre una puerta secreta dentro de su casa. Basta con cruzar el umbral de la puerta y recorrer un lúgubre pasillo, para entrar en otra versión de su vida. Aparentemente, esta realidad paralela es parecida, pero mucho mejor. Los adultos, entre los que se encuentra una amabilísima “otra madre”, parecen mucho más cariñosos y sobretodo, atentos. En este otro mundo, los padres juegan con la niña, la escuchan, le preparan la cena, disponen de tiempo para reír con ella, y en definitiva, atienden a todas sus necesidades.

Sin duda alguna, la película muestra un retrato perfecto de lo que ocurre diariamente en millones de hogares en el mundo. Padres desbordados por multitud de tareas familiares y laborales que deben atender, sobresaturados de preocupaciones, olvidan el verdadero trabajo de ser padre, y dejan desatendida esta valiosa función temporalmente.

Coraline busca atención, y por ello cruza la puerta…Pero quizás también sea interesante pensar en la existencia de una puerta para los padres, una puerta que motive a la reflexión y al cambio de ciertos aspectos que dificulten la relación y la comunicación con los hijos. Esta puerta no existe físicamente como en la película, pero sí está presente en nuestra vida. Una nota de la maestra avisando del bajo rendimiento del niño en el colegio, un comportamiento que denote una llamada de atención, u otro tipo de señales que demuestren como nos alejamos, sin saberlo ni quererlo, de nuestros hijos, pueden servir de puerta para el cambio.

Los mundos de Coraline es una película de animación, aparentemente infantil, pero guarda un tras fondo que, por supuesto, muchos niños no pueden entender. El mensaje es para los adultos, y en mi opinión, para que ellos crucen esta otra puerta imaginaria para el cambio y se percaten de las necesidades de los pequeños. Por supuesto, los mayores también tenemos necesidades, y precisamos igualmente de la atención de los demás. Por ello, otras pequeñas puertas pueden mejorar aspectos tales como la comunicación en la pareja, la buena relación con los compañeros de trabajo, el entendimiento entre hermanos, etc. Tan solo debemos estar predispuestos a dar un paso y cruzar estas puertas, y con nuestro comportamiento, invitar a los demás a que también las crucen...Como dice el dicho, rectificar es de sabios.





Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.


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1 Comments:

At 11:52 p. m., Anonymous Anónimo said...

No darse gusto y no disfrutar de la vida puede ser muy malo para la salud; tanto para nuestro cuerpo como para nuestra mente.

No es mas sencillo averiguar con un doctor, cual es la comida balanceada que uno necesita, comer eso y hacer deporte? No para bajar, sino una comida balanceada… creo que con ello con el tiempo podemos tener un cuerpo sano y bonito, sin sufrir daños colaterales.

Creo que esta dieta mundana a indicar por un médico debe incluir gustitos… porque gustitos vamos a querer de todas maneras; negarlo sería un crimen y sobretodo contraproducente. Es como decirle a un cura que no tenga sexo en toda su vida… inhumano, al final de algún modo terminará “pecando”; quizá de la peor manera posible.

Coman bien, no se excedan*, hagan deporte y sean felices.

*El exceso: Creo que aquí está el truco. Todo es “bueno” en su justa medida, incluso algunas cosas “malas”.

 

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