domingo, 24 de febrero de 2008

Cómo entender la ansiedad



El fenómeno de la ansiedad se da en todas las personas, y, bajo condiciones normales, mejora el rendimiento y la adaptación al medio social, laboral o académico.
La función de la ansiedad es la de movilizarnos frente a situaciones amenazantes o preocupantes, de forma que hagamos lo necesario para evitar el riesgo, asumirlo o afrontarlo adecuadamente. Por ello, la ansiedad se convierte en un instrumento BÁSICO Y FUNDAMENTAL para nuestras vidas, un elemento imprescindible que nos ayuda a reaccionar ante cualquier estímulo que requiera cierta actividad y respuesta. Veamos algunos ejemplos en los que la ansiedad se hace presente de forma sana y natural en nuestras vidas:

- Antes de realizar un examen. Si no estuviéramos ansiosos, , si no sintiéramos cierto riesgo, no reaccionaríamos ante el elemento amenazante ( suspender el examen), estudiando la materia, y no nos motivaríamos a la hora de preparar la prueba.
- Ante un coche que circula a gran velocidad mientras cruzamos la calle. Si no sintiéramos la ansiedad frente al peligro de ser atropellados por el coche, no pasaríamos apresuradamente en ese instante.

La ansiedad NUNCA debe desaparecer por completo, siempre tiene que existir. Sin ella seríamos básicamente títeres que se moverían por propia inercia.

Por otro lado, cuando la ansiedad sobrepasa determinados límites, se convierte en un PROBLEMA DE SALUD, impidiendo el bienestar, e interfiriendo notablemente en las actividades sociales e intelectuales. Se calcula que entre un 15% y 20 % de la población padece, o padecerá a lo largo de su vida, problemas relacionados con la ansiedad con una importancia suficiente como para requerir tratamiento.

Conozcamos cuales son las manifestaciones sintomáticas de la ansiedad:

- Físicas: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, molestias digestivas, falta de aire, temblores, sudoración. Por ejemplo, en el caso de un examen importante, las horas previas a él, es normal sentir un aumento de la frecuencia cardiaca, sudoración, ardor de estómago.

- Psicológicas: Inquietud, ganas de huir o atacar, sensación de amenaza o peligro, temor al perder el control. Podemos sentir estos síntomas ante cualquier situación que provoque el temor, por ejemplo, a una pérdida. SI no existiera esta ansiedad, viviríamos totalmente despreocupados por mantener íntegros nuestros bienes, conservar nuestro trabajo, etc.

- De conducta: Torpeza o dificultad para actuar, estado de alerta o hipervigilancia, bloqueos, inquietud motora. Siguiendo el ejemplo del examen, la misma ansiedad nos hace estar atentos a cualquier estímulo relacionado con él, y en ciertas ocasiones, el nivel de ansiedad puede aumentar hasta bloquear nuestra mente y dejarla en blanco. Es entonces cuando debemos utilizar nuestros recursos personales para tomar la atención y concentración necesarias.

- Intelectuales o cognitivos: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos.

- Sociales: Irritabilidad, dificultades para iniciar o seguir una conversación.


ATAQUES DE PÁNICO

Los Ataques de pánico son periodos discretos de miedo o malestar intenso, que aparecen súbitamente y en poco tiempo (en 10 minutos o menos), llegan a su máxima intensidad; suelen ir acompañados de una sensación de peligro inminente y un impulso o necesidad de escapar. Para ser considerado como ataque de pánico, deben aparecer, al menos, 4 de los siguientes síntomas:

- Palpitaciones
- Sudor
- Temblor
- Sensación de ahogo o falta de aire
- Dolor o molestias en el pecho
- Nauseas o malestar abdominal
- Mareo
- Sensación de irrealidad
- Miedo a perder el control
- Miedo a morir
- Entumecimiento, hormigueo en las extremidades
- Oleadas de calor o escalofríos.

Un ataque de pánico puede empezar por cierto malestar en cualquier situación, e ir acompañado por pensamientos negativos sobre aquel malestar, tales como temor a que éste vaya en aumento por cualquier motivo ( por ejemplo: malestar por estar cerrado en el metro acompañado de pensamientos tipo “ cada vez me encontraré peor, me faltará aire y no podré salir de aquí” ). Así pues, el ataque de pánico se alimenta de estos pensamientos negativos y del aumento de ventilación que estos provocan. Al sentirnos mal, empezamos a aumentar la frecuencia respiratoria, y el hecho de hiperventilar termina por desencadenar los propios síntomas del ataque. Cuando una persona llega a perder el control de esta hiperventilación, la opresión en el pecho, el aumento de la frecuencia cardiaca y la sensación de ahogo le producen una real sensación de muerte, hecho que aún aumenta más el miedo ante esta situación. Los factores que desencadenan el ataque de pánico son puramente psicológicos, por ello, el cuerpo llega hasta cierto nivel de aumento de las constantes vitales, y posteriormente disminuyen sin afectar la salud física del individuo.

Así pues, para controlar un ataque de pánico hay que recordar lo siguiente:

- La hiperventilación es el factor que puede hacer desencadenar el ataque. Aún sentirnos mal, si controlamos la respiración inspirando y expirando profundamente y con tranquilidad, conseguiremos frenar el ataque.
- Los pensamientos negativos sobre el primer malestar que hemos sentido (debido a que estamos agobiados en medio de la calle, en medio de un centro comercial, en el tren, en un examen, etc.) provocan el aumento de la respiración que comentábamos. Al pensar y sobretodo, al anticipar lo que nos puede ocurrir (en aquellos casos en los que ya hemos padecido un ataque), inspiramos y expiramos a mayor velocidad, y sin darnos cuenta, pueden aparecer el resto de síntomas tales como opresión en el pecho y hormigueo. Por todo ello es importante controlar estos pensamientos y no anticipar síntomas. Debemos ser conscientes de que LA ANSIEDAD ESTÁ EN NUESTRA MENTE, y por ello, podemos controlarla.


Si quereis consultar cualquier duda sobre la ansiedad, sobre sus síntomas o tratamiento, podeis utilizar este espacio para ello.



Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.


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sábado, 9 de febrero de 2008

LA TRISTEZA Y LA FURIA




Esta semana en el Diván, queremos presentaros un cuento muy especial de Jorge Bucay:


"En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...En un reino mágico, donde las cosas no tangibles se vuelven concretas...había una ve un estanque maravilloso.

En una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañia, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque. La furia, apurada ( como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aun salió del agua...Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada se puso al salir la primera ropa que encontró...Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...Y así, vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calmada y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro ( o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo)con pereza y lentamente, salió del estanque. Una vez en la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba. Como todos sabemos, si halgo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo así que se puso la única ropa que había junto al estanque: la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza"


A veces es complicado diferenciar o mejor dicho, detectar el verdadero sentimiento: derrochamos rabia y furia, desprendemos puro enfado por aquello que nos incomoda, indigna o estamos en desacuerdo, pero...¿Cuantas veces ese mismo repentino sentimiento, en el fondo se convierte o alberga pura tristeza? o al contrario, ¿Cuantas veces estamos tristes con nuestra vida y en realidad, detrás, hay una buena razón que nos enfurece , pero aun así, somos incapaces de exteriorizarla?

Podemos ser más "duros" o más "blandos", podemos llevar una coraza u otra, pero la realidad es que, en muchas ocasiones, otro sentimiento vive reprimido en nuestro interior, y es importante saber detectarlo y darle vía abierta para salir. Conseguirlo no es fácil, pero ser consciente de ello es el primer paso.

La coraza nos protege, nos viste para salir fuera y relacionarnos con nuestro entorno...La coraza nos permite no desvelar nuestro eterno secreto pero...¿la coraza nos ayuda? ¿ Estando enfadados con el mundo solucionamos realmente el problema que nos hace llorar? o ¿ Estando siempre tristes y apagados por miedo a decir lo que realmente piensa e indigna a nuestro corazón, seremos felices?


El Diván os invita a pensar sobre ello



Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.

: Institut Mensalus. C/Santa Magdalena 5, Bajos. Barcelona, 08012 - Junto salida
de metro Fontana - L3. Tel. 932 371 916



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viernes, 1 de febrero de 2008


NO SON LOS ÚNICOS



Nacho, 18 años, consumidor de coca los fines de semana y de pastillas en “ocasiones especiales”. Sale hasta altas horas de la madrugada y entre raya y raya se divierte con los amigos tomando JBs con cocacola. Trabaja como cajero en un restaurante de comida rápida. Vive en casa y todo su sueldo va destinado al consumo, la fiesta y su afición por las motos.

Cuando pensamos en cocaína, imaginamos a un joven viernes noche que intenta alargar al máximo las energías hasta domingo por la tarde. Si escuchamos la palabra heroína, la primera imagen que recurre a nuestra mente es la de una persona de menos de 35 años, degradada físicamente, sin trabajo, que intenta delinquir para reunir el dinero suficiente de la dosis del día.

¿Es este el verdadero perfil del consumidor? ¿Qué razones llevan a una persona a consumir?

El perfil “público” es el del joven con problemas; el perfil real va mucho más lejos.

Presiones en el trabajo, problemas familiares, cargas emocionales excesivas, cansancio físico, etc. Estas pueden ser algunas razones por las que, sobretodo, en el caso de la cocaína, una persona empiece a consumir.
La cocaína actúa como estimulante del Sistema Nervioso Central. Por ello, una persona al consumir, siente una dosis de energía repentina que le permite aguantar una fiesta hasta altas horas de la madrugada, aumentar la productividad en el trabajo, soportar el cansancio físico de la jornada, etc. Esta “energía repentina”, a medida que el cuerpo se acostumbra al consumo, cada vez es menor, y por ello, las dosis son cada vez más frecuentes. Además, conforme pasa el tiempo, el efecto no es el mismo: lo que en principio era energía luego se convierte en puro nerviosismo, lo que antes era eficacia, más tarde es incapacidad, lo que antes era alegría, finalmente resultan son gritos y malas caras. Así pues, el cuerpo humano reacciona con actitudes espitosas, fuertes cambios de humor, desgaste orgánico y, en definitiva, deterioro físico y psíquico.

El perfil del consumidor es muy amplio, desde un adolescente de instituto, hasta un jefe de ventas y padre de familia. Por ello, no podemos estereotipar el consumidor de coca, ni podemos dejar el oscuro mundo de la droga encerrado en discotecas y clubes de alterne. En la edad adulta, etapa en que uno es “consciente” del peligro que conlleva este tipo de hábitos, el consumo se consolida en una amplia variedad de perfiles, pero, aún la diversidad de razones que empujan a las personas a drogarse, todos ellos buscan un mismo objetivo: alterar el funcionamiento natural del cuerpo con el fin de adaptarlo a un fin personal (diversión, trabajo, preocupaciones, etc).

Cocaína y alcohol

La mayor parte de las personas consumidoras de cocaína, mezclan las dosis con alcohol, consiguiendo así un equilibrio entre el efecto estimulante de la coca y el efecto depresor del alcohol. Por ello, el alcohol se convierte en un perfecto aliado, disminuyendo los niveles de nerviosismo y agitación que despiertan un par de rayas, ayudando a conciliar el sueño después de pasar una noche de marcha, o retornando la tranquilidad a un cuerpo que pide a gritos disminuir las 150 pulsaciones a las que late su corazón.
Así pues, la adicción a la cocaína casi siempre viene acompañada de alcoholismo, y sea por una razón u otra, ambas drogas terminan por invalidar la vida de la persona adicta.

Gravedad del consumo

Existen factores indicadores de gravedad. Entre ellos, uno claramente significativo es el de consumir solo. La persona que consume puertas adentro, sin un entorno social de amigos o conocidos que lo acompañen, sin estar presente en fiestas o actos sociales, muestra un mayor grado de gravedad y dependencia entorno a la cocaína. Otro indicador es, evidentemente, la frecuencia o la mezcla de cocaína con más drogas ( ya sea alcohol, o anfetaminas, heroína, etc) o con otro tipo de adicciones ( por ejemplo la ludopatía).
Por otro lado, el medio en el que vive el individuo es un factor clave, sobretodo en el momento en que éste decide rehabilitarse. Poder desintoxicarse ya es una tarea muy difícil de por si, de hecho, nadie que haya sido adicto puede decir “nunca más voy a consumir”; pero el contexto en el que vive la persona, la familia, la pareja, el trabajo y los posibles problemas relacionados con este contexto, pueden ser factores determinantes a la hora de recaer. Por ello, el pilar de toda desintoxicación es la fuerza de voluntad personal sumado al apoyo del resto de personas y situaciones que rodean al individuo.

No es la primera vez que en el Diván tratamos el problema del consumo de drogas. Es sorprendente ver cómo el ser humano, racional, puede optar por “solucionar” problemas aportando uno de nuevo. Este es el espiral en el que todo cocainómano, heroinómano, alcohólico se encuentra: Si antes no podía afrontar el problema, ¿cómo puedo hacerlo ahora que es doble o triple problema?

Ser humano implica tener limitaciones...No pretendas dejar de serlo.

Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.


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