jueves, 26 de julio de 2007

PRINCIPIOS




Un juez retira la custodia de sus hijas a una mujer por ser lesbiana

Varias organizaciones de mujeres y de homosexuales piden al Tribunal Superior de Justicia de Murcia que sancione la actitud del magistrado

El magistrado del Juzgado de Primera Instancia número 9 de Murcia, Fernando Ferrín, ha otorgado provisionalmente la custodia de dos hijas a su padre al entender que la relación lésbica que mantiene la madre con otra mujer "influye negativamente en la educación y crecimiento armónico" de las menores.


Ver noticia:

http://www.lavanguardia.es/lv24h/20070723/53379302850.html




La conciencia sociológica es la que nos permite darnos cuenta de nuestra propia existencia como entidades individuales y de la existencia del resto de personas así como del mundo material que nos rodea.

En cambio la conciencia moral es consciente de los valores éticos, es decir, es el conocimiento de lo que se debe hacer y de lo que no se debe hacer, de lo bueno y lo malo

Así pues, nuestra conciencia se sustenta a partir de unos principios morales que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida. El entorno, la familia, la educación, las relaciones sociales y las experiencias vividas, determinarán los fundamentos de estos principios morales, y por ello influirán directamente en nuestro modo de pensar y obrar.

La conciencia moral está integrada por un elemento intelectual, un elemento afectivo y un elemento de voluntad:


- El intelecto juzga, aprueba o desaprueba el acto
- El elemento afectivo nos da respuesta sobre los sentimientos hacia ese acto
- Y el elemento volitivo consiste en una tendencia natural hacia el bien moral del individuo.

Entonces, reflexionando sobre todo ello, si el hombre fuera solo sensibilidad, sus acciones estarían determinadas por impulsos sensibles, si fuera únicamente racionalidad, serían determinadas por la razón; pero la realidad consiste en que el hombre es al mismo tiempo sensibilidad y razón, y en esta posibilidad de elección consiste la libertad que hace de él un ser moral.

Por ello, la conciencia moral, como juez de nuestros actos, sólo puede darse cuando éstos son actos humanos voluntarios, o sea los actos en los que ha intervenido la libertad de acción. No puede haber un juicio de conciencia cuando los actos efectuados han sido obligados por una autoridad (por ejemplo: un soldado de guerra). En la actividad profesional a veces se toman decisiones por obligación o por seguir esquemas o sistemas preestablecidos, que dejan muy poca libertad de acción al sujeto. En estos casos la conciencia moral queda un tanto suprimida.

Nuestra conciencia moral como ya hemos dicho en un principio, está íntimamente ligada a nuestras experiencias y por ello esta evoluciona a lo argo de nuestro curso vital. Los pilares que sustentan esta conciencia cambian a medida que crecemos en un contexto determinado, maduramos, nos relacionamos con otras personas, experimentamos todo tipo de sentimientos, etc.
Los principios se van constituyendo y al mismo tiempo van mutando y la sociedad juega un papel muy importante en todo ello.

Entonces, volviendo al titular que presentábamos:

¿Por qué la conciencia moral de un juez determina que una madre debe perder la custodia de sus hijos por ser homosexual?
¿Qué principios morales le llevan a tomar dicha decisión?
¿Cuales son los valores de amor, familia, bienestar y felicidad de este profesional?

Para muchos de nosotros estas preguntas parecen inexplicables, pero responden a la realidad que estamos viviendo en pleno siglo XXI.

Cada individuo obra según sus principios y deberes morales y estos suelen evolucionar con los cambios que da la sociedad. Poco a poco los tabúes van desapareciendo, la homosexualidad por suerte para la mayor parte de individuos es vista como una orientación sexual más, nuestra sociedad crece hacia la libertad de acción y expresión aunque no sea fácil y poco a poco van desapareciendo prejuicios que hace dos décadas eran impensables.

Aún queda mucho camino por recorrer y no va a ser fácil. Los principios morales son subjetivos y por ello entran en conflicto con facilidad, pero hay que luchar para que estos principios morales individuales sepan RESPETAR al ser humano en su totalidad.



Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.


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jueves, 19 de julio de 2007

UTILIZAN MUCHA PSICOLOGÍA


En un anuncio de una famosa casa de champú veíamos lo siguiente:

Una chica por miedo a perder la forma del peinado y recuperar el encrespamiento no puede disfrutar de una fiesta de amigos y se mantiene al margen en una esquina para intentar pasar desapercibida. La imagen posterior es la de la misma chica con el pelo recién lavado con el champú milagroso. Esta es una mujer nueva: ríe, baila y habla con todo el mundo. Se siente segura de su imagen y con ello, segura de si misma. Además, es el centro de muchas miradas y más de un chico guapo se acerca para charlar con ella.


El ser humano necesita ser diferente, ser original, destacar por encima de los demás, SER ÚNICO.
La publicidad incide en este deseo que todos tenemos, por ello nos muestra perfumes, cremas bronceadoras, vestidos, tecnología, etc. que nos dan un toque de distinción y provocan la admiración de los demás. La publicidad responde a las distintas necesidades humanas, entre ellas la necesidad de sentirse querido, seguro y bien con uno mismo.

Este tipo de anuncios nos hablan de la felicidad de tener un hijo, de la seducción, del placer, del amor de la pareja, de la amistad, etc.
Por otro lado, se trata de anuncios cuyos productos hablan de dominar nuestro entorno, al mismo tiempo que proporcionan confianza, independencia y reconocimiento social. Podemos observar esta necesidad por ser querido y sentirse seguro en la mayor parte de los anuncios relacionados con perfumes y cosmética.

La publicidad también puede explotar sentimientos de inferioridad e impotencia, para que el mismo producto los haga desaparecer y los reconvierta en respeto, fama y glamour.


Los colores juegan un papel importante


Está probado que el color aumenta la eficacia de un anuncio. Algunos de ellos simbolizan lo siguiente:

- El color ROJO simboliza fuerza y dinamismo, y despierta sentimientos tanto de amor como de agresión. El rojo atrae la atención y estimula la mente.
- El Color VERDE es sedante y equilibrado. Lo relacionamos con la naturaleza y las plantas. Simboliza la esperanza.
- El color AZUL transmite frescura, es ligero y transparente. También es sedante para la vista. Simboliza la madurez, la sabiduría.
- El color AMARILLO nos envía un mensaje de alegría, juventud y mucha vivacidad. Simboliza la extroversión y la simpatía. Lo relacionamos con el Sol y la luz.
- El color BLANCO comunica sobriedad y también luminosidad. Da sensación de vacío, de infinito. Simboliza lo puro e inaccesible.
- Y el color NEGRO da un toque de misterio al producto. Puede simbolizar la muerte, pero también la nobleza y la dignidad.

Técnicas de persuasión

Hay mucha psicología en la publicidad. Las técnicas de persuasión se basan en poder ofrecer mayores niveles de ahorro, un trabajo mejor, seguridad ante problemas de salud o edad, popularidad, prestigio personal, el respeto de los demás, mayores comodidades y mejoras sociales, en general.
El publicista no vende cosméticos, sino que brinda belleza, atractivo e ilusión. Para atraer al potencial comprador de un automóvil, el vendedor no sólo realzará las características mecánicas del vehículo, sino también la comodidad, la seguridad y el prestigio que ese modelo proporcionará al comprador.

La publicidad actual reúne multitud de técnicas de persuasión y una de ellas es la controvertida utilización del miedo. Dado que el miedo es una de las principales debilidades humanas, se suele utilizar en publicidad, a veces de modo encubierto y otras en un lenguaje visual muy explícito. El miedo a la pobreza, a la enfermedad, a la pérdida del rango social, o a sufrir una desgracia logra a veces que las personas adquieran productos concretos, ya sea un seguro de coche, una crema anticelulítica, o una operación estética .

Otra técnica también utilizada son los mensajes subliminales. Nosotros muchas veces no podemos percibirlos de forma consciente, pero nuestro SUBCONSCIENTE sí lo hace. Los mensajes subliminales visuales o auditivos aparecen en películas y anuncios de cine, canciones, televisión, revistas y periódicos. Un mensaje subliminal podría ser la imagen de un refresco o una hamburguesa en medio de una película (el fotograma pasa tan rápido que nosotros aparentemente no lo reconocemos).
Uno de los temas universales de estos mensajes subliminales es el sexo. Muchos publicistas aprovechan esta táctica para vender sus productos. Hemos encontrado ejemplos muy curiosos:

- En este anuncio aparece la palabra “sex” en el lado superior
izquierdo

- Otro ejemplo es el de estas latas de Pepsi. Las líneas rojas y azules simulan ser luces de neón sobre un fondo negro. Observa como las líneas azules en la lata superior forman la letra “S”, las rojas del medio una “E” y en la lata inferior ambas líneas se cruzan para formar una “X”: SEX

La publicidad nos empuja a actuar compulsivamente con la finalidad de poder saciar nuestras ganas por gustarnos a nosotros mismos y a los demás, ser queridos y tener un buen reconocimiento social. En algunas ocasiones, podemos caer en un eterno inconformismo y vivir en una continua lucha material donde la compra de productos y más productos no cesa y cualquier innovación nos lleva a consumir (nuevas cremas más potentes, nuevas fragancias más exóticas, nuevas tendencias más glamourosas, etc.)

Por ello, tenemos que conocer donde está el límite para no convertirnos en eternos esclavos del fenómeno publicitario.

Consulta privada Mª Teresa Mata, psicoterapeuta y fisioterapeuta.


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martes, 10 de julio de 2007


ATERRADOS POR LAS EXIGENCIAS DE UNA SOCIEDAD




En nuestro anterior post hablábamos de las fobias, y esta semana queremos dar a conocer un tipo de FOBIA SOCIAL que actualmente se vive en Japón. Para aquellos que no la conozcais, la información no tiene desperdicio:

“ El misterio del millón de desaparecidos” fue un reportaje que llegó a la televisión catalana el pasado enero del 2003 sobre los HIKIKOMORI. Por muy asombroso que parezca lo que vamos a explicar a continuación, este síndrome existe y son muchos jóvenes los que se ven atrapados en él. Sus familias se ven desbordadas y la actitud que toman al hacer frente a este problema resulta totalmente incongruente para la mentalidad occidental.

“Makoto lleva encerrado un año en la misma habitación de nueve metros cuadrados. Solo abre la puerta para ir al baño y comer los platos que su madre deja en la puerta. Pasan los días, las semanas y los meses. El chico de 17 años no va a la escuela, no tiene amigos. No habla apenas con sus familiares, de hecho, apenas ve a su hermana ni a su padre, solo ve a su madre cuando le sirve la comida. Depende exclusivamente de los videojuegos, la televisión y de la música que descarga de su ordenador. Makoto se ha encerrado en sí mismo, sufre de hikikomori


Hikikomori en japonés significa inhibición, reclusión, aislamiento y este es el nombre que se ha puesto al trastorno que padecen cerca de 1.200.000 chicos japoneses.






Estos adolescentes deciden encerrarse en su habitación después de suspender un examen o tener un desengaño amoroso y lo que empieza por una chiquillada acaba convirtiéndose en años de reclusión voluntaria. La familia resignada no hace más que pasarle la comida sin poder mediar palabra con él y a veces sin poden entrar en la habitación. Estos chicos suelen crear su micromundo y pasar las horas con el televisor, PlayStation y todo lo necesario para no tener que salir. Se suelen pasar la noche jugando a los juegos y las consolas que sus padres les proporcionan y los días durmiendo.


¿Cómo es posible que unos padres no obliguen a su hijo a salir de su habitación?

¿ Cómo se explica que pasen semanas, meses y años y estos chicos sigan recluidos en sus habitaciones sin a veces intercambiar palabra?

¿ Qué temen estos chicos, de qué se protegen?


Vamos a ver en que consiste este síndrome de asilamiento:


Los hikikomori (en japonés ひきこもり o 引き篭り) son adolescentes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. Según algunas estimaciones, puede que haya un millón de hikikomoris en Japón(uno de cada diez jóvenes). La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos.

Causas del aislamiento



Los adolescentes y adultos jóvenes en Japón sufren mucha presión por parte de la sociedad japonesa para que triunfen. La presión proviene de diferentes ámbitos.


Una de las mayores preocupaciones de los adolescentes japoneses es su rendimiento académico, donde a menudo se enfrentan a una presión considerable por parte de los padres y la sociedad en general. En casos extremos la presión comienza desde antes de la guardería, donde tienen que aprobar un examen de ingreso para entrar en la mejor guardería, la cual prepara a los niños para el examen de ingreso del mejor parvulario, el cual a su vez prepara al niño para el examen de ingreso de la mejor escuela primaria, escuela secundaria y el equivalente a nuestro bachillerato, para finalmente preparar para el examen de ingreso de la universidad. Muchos adolescentes dedican un año, después del instituto, a preparar exclusivamente el examen infernal de acceso a la universidad. Cuanto más prestigio tenga la universidad, más difícil será el examen. La universidad más prestigiosa, con el examen de ingreso más difícil, es la Universidad de Tokio.


Después de graduarse del instituto o la universidad, además tienen que afrontar un mercado de trabajo muy difícil. A menudo sólo encuentran trabajo a media jornada y acaban como freeters (personas que no consiguen trabajo fijo o a jornada completa), con muy pocos ingresos e incapaces de formar una familia.


Otro foco de presión lo forman sus compañeros de clase, los cuales pueden abusar y burlarse de otros estudiantes por varias razones, como por ejemplo su aspecto físico (especialmente si son obesos), rendimiento académico o deportivo, su poder adquisitivo, orientación sexual, etnia, etc.


Puede también que el aislamiento social sea debido a que los hikikomori puede que sean en su mayoría personas superdotadas a quienes no se les haya dado la educación especial que necesitaron cuando fueron niños y adolescentes.
Las personas superdotadas (personas con un C.I. superior a 130) necesitan educación especial adaptada a sus necesidades que si no se proporciona puede provocar y de hecho provoca lacras emocionales y secuelas psicológicas muy difíciles de superar o incluso de por vida.
Síntomas del aislamiento.



Mientras que algunas personas sienten presión por parte del mundo exterior, y padecen agorafobia, un hikikomori reacciona con un completo aislamiento social para evitar toda la presión exterior. Puede que ellos, normalmente varones, se encierren en sus dormitorios o alguna otra habitación de la casa de sus padres durante periodos de tiempo prolongados, a menudo años. Normalmente no tienen ningún amigo, y en su mayoría duermen a lo largo del día, y ven la televisión o juegan al ordenador durante la noche.

El aislamiento de la sociedad normalmente comienza de forma gradual, antes de que el hikikomori cierre con llave la puerta de su habitación. A menudo se encuentran tristes, pierden sus amigos, se vuelven inseguros, tímidos y hablan menos. Frecuentemente son objeto de burla en el colegio, lo cual puede ser el detonante para su aislamiento.

Reacción de los padres

El tener un hikikomori en la familia normalmente es considerado un problema interno de esta, y muchos padres esperan mucho tiempo antes de buscar una terapia psicológica. Además, en Japón la educación del niño corre a cargo de la madre, por tradición, y puede que el padre deje todo el problema del hikikomori a la madre, la cual se siente sobreprotectora con su hijo. En un principio, la mayoría de los padres se limitan a esperar que el niño supere sus problemas y regrese a la sociedad por su propia voluntad. Lo ven como una fase que el niño ha de superar. Además, muchos padres no saben qué hacer con un hikikomori, y simplemente esperan debido a la falta de otras opciones. Normalmente no se fuerza (o se tarda mucho en hacerlo) de forma radical al niño para que vuelva a integrarse a la sociedad.

Efectos en el hikikomori

La falta de contacto social de estas personas y el aislamiento prolongado tienen un gran efecto en la mentalidad de los hikikomori, y pierden sus habilidades sociales y los referentes sociales y morales necesarios. A menudo, tienen dificultad para distinguir el bien del mal, y el mundo de la televisión o los videojuegos se convierten en su marco de referencia.
Si el hikikomori finalmente (a menudo después de unos cuantos años) regresa a la sociedad por su propia voluntad, tiene que afrontar el problema de haber perdido muchas de sus habilidades sociales, así como años de estudio. Esto hace la reentrada en la sociedad más difícil. Temen que los demás descubran su pasado como hikikomori, y se muestran vacilantes con la gente, especialmente si son desconocidos.
Su miedo a la presión social puede convertirse en ira, y la pérdida del marco de referencia social puede conducir también a un comportamiento violento o delictivo. En casos extremos llegan a atacar a los padres.


Tratamiento

Hay diferentes opiniones sobre el tratamiento que debe seguir un hikikomori, y las opiniones a menudo se dividen en un punto de vista japonés y otro occidental. Los expertos japoneses normalmente sugieren esperar hasta que el hikikomori se reincorpore a la sociedad por su propia voluntad, mientras que los médicos occidentales piensan que hay que forzarlo si es necesario. En cualquier caso es necesaria una ayuda psicológica, ya que muchos padres se ven abrumados por los problemas de un hikikomori. Aunque hay algunos médicos y clínicas especializados en ayudar a jóvenes hikikomori, muchos de ellos y sus padres aún sienten falta de apoyo a sus problemas.

En Japón, desde hace poco tiempo se esta publicando un manga (cómic japones) sobre esta patología, el manga se llama NHK ni Yōkoso! Aunque el manga es cómico, refleja realmente lo que es la vida de un Hikikomori y alerta sobre sus consecuencias.

Información extraida de Wikipedia

Así pues, las altas exigencias de una sociedad extremamente competitiva pueden desencadenar en algunos casos, síndromes tan graves y aparentemente inexplicables como el expuesto en este post.


Otro documental emitido en la televisión catalana sobre la población japonesa nos mostraba cómo eran los colegios y cual era el modo de evaluación que seguían. La cultura japonesa suele superponer las expectativas, metas y objetivos de la sociedad misma antes que los de los individuos. Además, existe una creencia generalizada de que la perseverancia y el trabajo duro llevarán al éxito en la vida. A partir de estos principios se basa el sistema de evaluación en los colegios de este país. Sus instalaciones ya están preparadas para albergar por la noche a todos aquellos niños que no hayan superado los controles a los que periódicamente son sometidos. Cada niño repite el examen tantas veces como sea necesario, hasta que el resultado sea totalmente satisfactorio. Al llegar la noche, los chicos que no han aprobado (es decir, no han obtenido una nota excelente), duermen en una amplia habitación preparada con esterillas para descansar y esperar que llegue un nuevo día de duro trabajo.

La sociedad pide profesionales altamente cualificados, preparados a prueba de bomba, supermen y superwomen dispuestos a sacrificar sus vidas personales para atender las laborales. Las escuelas deben crear futuros profesionales hechos a medida; personas que crezcan bajo presión y se esfuerzan al máximo.

La sociedad Japonesa ha aterrado a más de un millón de chicos que se ven incapaces de competir y pagar un precio tan elevado hasta el punto de cerrarles en sus habitaciones de 9 metros cuadrados.





¿ Podría llegar a ocurrir un fenómeno Hikikomori en España?




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viernes, 6 de julio de 2007


FOBIA A...




¿Conocías las siguientes fobias?


Aicmofobia: Miedo a las agujas o a los objetos punzantes
Arrhenfobia:
Miedo a los hombres
Ataxofobia:
Miedo al desorden o a la suciedad
Atazagorafobia: Miedo a ser olvidado o ignorado o a olvidar
Atiquifobia: Miedo a cometer fallos
Bromidrofobia: Miedo a oler mal
Catagelofobia: Miedo a hacer el ridículo
Crometofobia: Miedo al dinero
Cronofobia: Miedo al paso del tiempo
Cainolofobia: Miedo a la novedad
Cainofobia:
Miedo a fallar o a ser vencido
Claustrofobia: miedo a los espacios cerrados
Copofobia: Miedo a fatigarse
Elurofobia: Miedo a los gatos (Ailurofobia)
Enetofobia: Miedo a las multitudes
Epistaxiofobia: Miedo a sangre la nariz
Fagofobia: Miedo a tragar o a comer o a ser comido
Falacrofobia: Miedo a quedarse calvo
Farmacofobia: Miedo a tomar medicinas
Fasmofobia: Miedo a los fantasmas
Fengofobia: Miedo a la luz del día o al brillo del sol
Filemafobia o Filematofobia: Miedo a los besos
Filofobia: Miedo a enamorarse o a estar enamorado
Mictofobia: Miedo a la oscuridad
Mirmecofobia: Miedo a las hormigas
Noctifobia: Miedo a la noche
Ofidiofobia: Miedo a las serpientes
Ritifobia: Miedo a que aparezcan arrugas
Rupofobia: Miedo a la suciedad
Siderodromofobia: Miedo a los trenes, a las vías del tren o a viajar en tren
Tripanofobia: Miedo a las inyecciones
Vitricofobia: Miedo a lo que representa la figura paterna
Vicafobia: Miedo a las brujas y a la brujería
Xantofobia: Miedo al color amarillo o a la palabra 'amarillo'
Xenofobia: Miedo a los extraños o a los extranjeros



LAS FOBIAS, miedos irracionales tan intensos , angustiosos y obsesivos ante objetos o situaciones concretas que terminan por impedir llevar una vida normal a aquel que las padece.

Las personas convivimos con nuestros miedos desde que nacemos hasta el fin de nuestras vidas. Un miedo “sano” nos protege de los miles de peligros que están a nuestro alrededor y nos enseña a ser cautos; un miedo patológico puede llegar desencadenar tales niveles de ansiedad que consigan limitar nuestras acciones cotidianas y condicionar nuestra existencia.



Así pues, las fobias no son otra cosa que un miedo exagerado, irracional, a algo a lo que la mayoría de las personas no temen. Ese temor condiciona la existencia de quien las sufre hasta el punto de no poder seguir con su vida normal.

Las fobias son todas aprendidas. Lo que se aprende no es la reacción de miedo en sí, sino a reaccionar de esa manera ante determinados estímulos o situaciones. Aunque teóricamente se puede generar una fobia ante casi cualquier estímulo, en la realidad los estímulos que se convierten en estímulos fóbicos constituyen un grupo limitado, es decir, hay estímulos o situaciones que tienen más probabilidades que otros de llegar a convertirse en fóbicos. Normalmente, situaciones que han resultado traumáticas o se han dado a conocer por otras personas como tales, aumentan la predisposición de padecer terrores desmesurados.


CLAUSTROFOBIA, una de las protagonistas por excelencia


“El edificio tenía nada menos que 25 plantas y el despacho estaba justo en la nº 17. Eran demasiados pisos para subir, resultaba imposible aventurarse por las escaleras con el maletín y la carpeta en la mano. Sabía que la opción más sensata era la de entrar en aquella caja con puertas metálicas a la que tanto temía y así lo hice. Debía convencerme de que en realidad no tenía que ocurrir nada malo. Intenté tranquilizarme, me repetí a mi misma que no iba a pasar nada, y finalmente entre en aquel ascensor con la cabeza agachada y los puchos cerrados. Al cabo de 10 segundos no pude evitar empezar a sentirme mal; mi corazón palpitaba cada vez con más fuerza, notaba como mi boca se secaba, parecía que mis pulmones necesitaban aire, los pensamientos de pánico se repetían mientras una voz me decía: “no vas a salir de esta”. Tan solo había subido 8 pisos, todavía faltaban 9 más. Empezé a sudar y a notarme mareada, tenía que intentar calmarme pero el aire era cada vez más escaso y aquello me producía más ansiedad. Cuando solo faltaban 3 pisos cerré los ojos y esperé a que aquella caja de muertos llegara a su destino y abriera las puertas. Me encontraba realmente mal, todo mi cuerpo estaba rígido y me costaba andar. Poco a poco empecé a recuperarme e intenté no pensar en el calvario que me esperaba a la vuelta si finalmente decidía bajar por el ascensor”.


La claustrofobia es un desorden de ansiedad caracterizado por un miedo irracional a los espacios cerrado o pequeños. Esta fobia se clasifica dentro de los trastornos de ansiedad como una Fobia Específica, es decir, un miedo intenso y específico a situaciones y objetos concretos.

Los individuos con claustrofobia con frecuencia la describen como una sensación de estar atrapados sin una salida. Por ello las situaciones que normalmente se evitan son ascensores, túneles, el metro, habitaciones pequeñas, técnicas de diagnóstico médico como el TAC, etc.
La persona no teme la situación en sí misma, sino las posibles consecuencias negativas de estar en ese sitio. Los miedos más frecuentes son quedarse encerrado o la asfixia. La mayoría de los espacios claustrofóbicos conllevan un riesgo de quedarse encerrado (por ejemplo en un ascensor) y una restricción de movimientos, por lo que las personas con claustrofobia suelen sentirse muy vulnerables cuando se restringen sus movimientos. El miedo a la asfixia suele aparecer porque las personas creen que no hay suficiente aire en un espacio cerrado.

Cuando una persona que sufre este problema anticipa que va a entrar o entra en un espacio cerrado experimenta una reacción de ansiedad intensa (falta de aire, palpitaciones, mareo, etc.). Como en otras fobias específicas, la respuesta de ansiedad disminuye considerablemente cuando la persona abandona el sitio cerrado.


Entre un 2 y un 5% de la población general sufre claustrofobia. Su inicio se asocia normalmente con haber vivido una experiencia desagradable en un espacio cerrado (por ejemplo, quedarse encerrado en un ascensor). Sin embargo, el miedo a los espacios cerrados también se puede adquirir indirectamente, por recibir información sobre experiencias desagradables en espacios cerrados o ver a alguien pasar por una experiencia de este tipo.


Tratamiento psicoterapeutico


Los objetivos principales de la psicoterapia en estos casos son dos:

- Vencer el miedo
- Controlar las situaciones desencadenantes

Para ello se utilizan:

- Técnicas de relajación y visualización diseñadas para calmar el miedo cuando se está en un ambiente claustrofóbico : por ejemplo imaginar como sería la viviencia de entrar en el ascensor, imaginar que sentiríamos física y psíquicamente, analizar los pensamientos que aparecerían, valorar los peligros reales, etc.

- Terapia cognitiva del comportamiento: una estrategia que involucra el aprender a controlar los pensamientos que ocurren cuando aparecen las situaciones que inducen miedo, con el objetivo de de que cambie la reacción del individuo

- Exposición: La exposición consiste en ir abordando de manera gradual y progresiva las situaciones que producen miedo y ansiedad, permaneciendo en ellas hasta que el miedo o la ansiedad empiezan a perder intensidad. En el tratamiento para la Claustrofobia, se elabora una jerarquía individualizada de las situaciones temidas que la persona va afrontando progresivamente.


...Y como siempre decimos en el Diván, el autocontrol y la seguridad en uno mismo son la clave para llevar una vida saludable y, en este caso, para hacer frente a los miedos irracionales. Todos podemos temer en un momento dado una situación, pero no por ello nuestro cuerpo se rebela y reacciona contra nosotros o en el peor de los casos, somos incapaces llevar una vida normal por culpa de aquella situación que nos atormenta y complica el día a día.

Vencer los miedos no es facil, pero para conseguirlo, HAY QUE HACER FRENTE A ELLOS.




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